lunes, 30 de enero de 2012

TRIPLE CAMBIO DE PLANES, E IDEOLOGÍA



A medida que pasan los días el giro del Gobierno respecto a lo que defendió, prometió y planteó desde la oposición, campaña electoral e incluso debate de investidura parece más claro. No es éste un Gobierno que transmita una idea clara acerca de cómo quiere retornar al crecimiento, sin duda la principal prioridad económica en este momento, y por mucho tiempo a tenor de las escalofriantes previsiones de los últimos días. Es evidente que al Gobierno le cuesta todavía reconocer la profundidad de la crisis española que hunde sus raíces en las décadas de alegría inmobiliaria, y que combatir los déficit públicos, aunque sea imprescindible, no es sino arremeter contra una consecuencia de la crisis y no contra su origen. Una actitud que, además, compromete gravemente las posibilidades de crecimiento y retrasa la recuperación.

Dos semanas tardó el Gobierno en reventar su promesa de no subir impuestos, cuatro ha tardado en reconocer que el calendario de consolidación de las cuentas públicas españolas pactado con el resto de socios en la UE es misión imposible y que habrá que renegociarlo, y me atrevo a pronosticar que tardará no menos de dos o tres más en aplaudir iniciativas que contribuyan a incentivar el crecimiento económico y la creación de empleo para compensar el brutal efecto que el ajuste fiscal está teniendo sobre la economía europea. Tres grandes rectificaciones sobre los tres ejes que Mariano Rajoy rechazó y negó durante la campaña e incluso en el debate con el candidato del PSOE. No sirve, además, justificar el cambio en el ritmo de consolidación de las cuentas en las nuevas malísimas previsiones de crecimiento porque hasta hace dos semanas el partido del Gobierno, el PP, predicaba esa austeridad expansionista que nunca nadie ha sido capaz de verificar empíricamente en economía alguna. Todo el mundo sabe ya que realmente no se creían lo que presentaban como sus intenciones, conscientes, deberían serlo desde su contrastado conocimiento, de la estrecha relación que existe entre crecimiento e ingresos, y secretamente sabedores de que la austeridad expansionista es un misterio como otros de su gusto.

Así que la nueva agenda pseudo-socialdemócrata del PP, digo pseudo porque distribuye injustamente la carga fiscal y amenaza con redistribuir cada vez menos, va cobrando forma. Mala cosa. El Gobierno no ha comenzado todavía a amagar de verdad sobre sus intenciones de fondo respecto al modelo de bienestar. Lo hará. Su escaso compromiso todavía escondido con las políticas que garantizan la igualdad de oportunidades acabará emergiendo como buen gobierno de derechas, como bien nos recuerdan algunas de sus antenas más activas como son los ejecutivos de Castilla la Mancha o Madrid.

Creo que sin embargo este Gobierno va a llegar tarde. Por mucho que se esfuerce no va a ser capaz de tumbar los mecanismos que la sociedad
española ha construido en estos 30 años de democracia para garantizar unos mínimos de igualdad como ya intentó José María Aznar con aquella frustrada segunda transición. Lo harán si pueden, a pesar de estemos tan lejos todavía de sociedades más igualitarias como las escandinavas, los Países Bajos o la propia Alemania –la igualdad es un factor de competitividad-, en una foto preocupante en la que buena culpa de nuestra situación se debe a altísimo desempleo. El tándem Montoro-Guindos va a llegar tarde porque Europa ya está de vuelta, comienza a reaccionar, y aunque todavía sea sólo un reflejo tímido, veremos qué ocurre en las próximas elecciones en Francia o Alemania, ya se adivina también en las propuestas de Merkel y Sarkozy que cada vez asumen más principios y medidas de la socialdemocracia europea. Recordemos las propuestas que defendió Alfredo Peréz Rubalcaba en la campaña –nuevos impuestos pero otros, renegociación calendario ajuste fiscal, incentivos crecimiento, otra Europa, ayudas contratación jóvenes…-, y austeridad –el 50 por 100 del gasto público no es redistributivo y si no que se lo pregunten a los ciudadanos valencianos-.

En este contexto hemos ido conociendo otras propuestas políticas del Gobierno. Muchos tememos que para compensar el insostenible discurso económico de los últimos años en plena crisis europea, y una realidad en la que el recurso a la herencia recibida no cuela, este Gobierno deba calmar a sus más voraces seguidores con ideología de la buena. Así se entendería el retroceso en derechos de 30 años para las mujeres y de dos siglos en derecho penal que ha propuesto el ministro de justicia, dispuesto también a apartar la soberanía nacional del control del poder judicial para entregarlo a turbios, afines y muy conservadores intereses corporativos. En otros departamentos como el de interior sus titulares han comenzado a asomar la patita, veremos.

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