martes, 5 de febrero de 2013



Ojalá pudiera creerle, señor presidente.


Artículo aparecido en "Sesión de Control" el lunes, 4 de febrero de 2013.
Me gustaría creerle señor presidente. Ojalá. Pero no puedo. No me sale, y mire que lo he intentado. Es evidente que yo no le voté y que no comparto su manera de ver las cosas ni muchas de sus ideas, pero como ciudadano creía que usted, tal y como es, podría defender con fuerza, honestidad y credibilidad los intereses de nuestro país y de todos y cada uno de los españoles en un momento tan difícil como el actual. Y bien, creo que ya no puede.
Tal y como explicó ayer nuestro secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba, los socialistas creemos que ya no puede y por eso hemos decidido pedir su relevo, su recambio. Algo duro, difícil, largamente meditado.
Las razones que nos han llevado a esta situación crítica tienen que ver con la cascada de noticias aparecidas sobre las presuntas irregularidades cometidas en la financiación y la gestión de su partido. Informaciones relacionadas con prácticas irregulares en administraciones gobernadas por el PP y vinculadas, directa o indirectamente, con el denominado caso Gürtel. Un caso todavía pendiente de resolución judicial.
Informaciones de extraordinaria gravedad que han producido alarma e indignación social y que afectan no sólo al partido del gobierno, al PP, sino al Gobierno y a usted, su presidente. No se trata de un problema con el PSOE.
Todo lo que he descrito ha provocado una crisis política de consecuencias difíciles de calibrar, peligrosamente imprevisibles, que han reducido la escasa credibilidad de su Gobierno, el Gobierno que lleva un año imponiendo sacrificios a los españoles. Un Gobierno que ha llegado al límite de incumplimientos asimilables por una ciudadanía ejemplar que ha contemplado atónita como todo lo prometido desde la oposición y en la campaña electoral ha sido sistemáticamente quebrantado. Unos incumplimientos traducidos en sacrificios que en ningún caso figuraban en el programa electoral con el que el PP se presentó a las elecciones.
Pues bien, su cupo de incumplimientos, si es que se puede medir algo así, se ha completado. En poco más de un año han agotado su capacidad para pedir sacrificios a los españoles. Han reducido a su mínima expresión la imagen exterior de España. Han agudizado la desconfianza en las instituciones democráticas y han enturbiado aún más si cabe la percepción ciudadana de la política en España. Así, sin crédito, han cometido el peor de los errores cuando sólo se les exigía un poquito de verdad en aras del bien del común.
No es con nosotros, señor presidente, con quien tiene usted el problema. Nosotros, el PSOE, trabajamos con intensidad para recuperar nuestro espacio y credibilidad política desde la oposición, sin atajos, con mucho esfuerzo. Nosotros ni queríamos ni hemos buscado este nuevo trance en el que nos han situado a todos. Nosotros creemos en el trabajo bien hecho, metódico, sistemático. Creemos en el tiempo de la oposición y en eso estamos.
Este año hemos programado cinco convenciones políticas para afrontar los desafíos políticos que tanto nos preocupan y exigen, un Consejo Territorial que deberá dar respuesta a la reforma constitucional que nuestro país exige para resolver la crisis del modelo de Estado, una gran conferencia política en otoño, y mucho más.
No, no somos nosotros. Los ciudadanos españoles no comprenden porqué usted niega todo y no se querella contra el señor Barcenas. Los ciudadanos españoles no se creen que su partido no tuviera una ‘contabilidad B’ cuando tantos así lo reconocen, ante tantas evidencias. Y ha sido usted desde el sábado pasado quien ha vinculado su futuro político a esas dos cuestiones al desviar la atención sobre el fondo del problema, su partido, pretendiendo convencernos de que todo forma parte de una operación para desestabilizar al Gobierno y a España. Los ciudadanos no se creen que todo lo publicado sea un montaje.
Desde el PSOE hemos reclamado una explicación clara y convincente sobre todo ello, siempre con respeto a la presunción de inocencia de todos los afectados, evitando acusaciones o actuaciones que pudieran afectar a la credibilidad de las instituciones básicas de nuestra democracia que rigen la convivencia, siempre por las vías habilitadas por el Estado de Derecho. Pero las responsabilidades políticas y las penales son cosas diferentes, como bien sabe el exministro Fernández Bermejo y tantos más.
La amnistía fiscal de la que se ha beneficiado la cuenta en Suiza del señor Bárcenas que ustedes han negado en sede parlamentaria, el inconsciente disfrute de la ministra Mato de regalos de la trama Gürtel, los cambios de versión acerca de cuando se erradicaron los sobresueldos en ‘dinero B’ por la señora Cospedal, son todos comportamientos ejemplares.
En su comparecencia del sábado, sin permitir preguntas, no se produjo la explicación cabal, profunda y convincente que esperábamos. La ausencia de cualquier atisbo de explicación razonable ha añadido una crisis de moral pública -sí, como suena- a las crisis económica, social, territorial y política que padecemos. Una acumulación de crisis tan preocupante que nos ha obligado a reclamar lo que nuestro secretario general expuso el domingo 3 de febrero.
Necesitamos un presidente que pueda restablecer la confianza, la seguridad y la estabilidad que España necesita.

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