lunes, 6 de mayo de 2013



El mito 1996-2004


Artículo aparecido en "sesiondecontrol.com" el lunes, 6 de mayo de 2013.

El periodo de tiempo 1996-2004 son lo años en los que gobernó el Partido Popular con José María Aznar como presidente del Gobierno. He elegido esas dos fechas como encabezamiento de esta columna porque en los últimos días han sido citadas muchas veces utilizándolas como ejemplo, como contra-ejemplo más bien, de lo que supuestamente sabría hacer bien el PP después de haber decretado tras 18 meses de gobierno que la legislatura está perdida y que en 2015 todo será peor que en 2011, cuando Mariano Rajoy llegó a la Moncloa.
Periodistas, tertulianos de diferentes pelajes, propagandistas varios e incluso agudos economistas han repetido una y otra vez que todos los españoles saben lo que el PP es capaz de hacer porque ahí queda 1996-2004. O sea, que la incapacidad manifiesta de estos 18 meses de gobierno, la impericia total, las contradicciones y cambios de opinión, el incumplimiento sistemático de todas y cada una de las promesas del programa electoral de 2011, los seis millones de parados y el millón adicional que engordará esta cifra hasta 2015, la impotencia ante las consecuencias de sus equivocadas decisiones y la invocación como único recurso a la paciencia ciudadana, nada debe perturbar nuestra confianza infinita en el PP porque ahí queda 1996-2004. Toma ya.
En efecto, nuestra economía creció mucho entre 1996 y 2004. Para ser más exactos lo hizo entre 1993 y 2008, un ciclo económico de 15 años, en mi opinión, desperdiciado. Un ciclo cuya parte central fueron esos años de gobiernos del PP, por coincidencia temporal electoral en sintonía con el ciclo económico europeo o incluso global, cuyo fatal desenlace tiene que ver con decisiones adoptadas a lo largo del mismo por los diferentes gobiernos que tuvimos en España y por las decisiones adoptadas en la Unión Europea, en particular las relativas a la creación del euro, que coinciden en su parte más trascendente con esos años.
No resolveremos esta crisis mientras no superemos el mito 1996-2004. El ciclo 1993-2008 ha sido un ciclo perdido porque nuestra economía concentró su capacidad de inversión y creación de empleo con una intensidad insostenible en el sector de la construcción. Al mismo tiempo, nuestro sistema financiero, en particular las cajas de ahorro controladas políticamente desde las Comunidades Autónomas –los bancos privados tradicionales no cometieron los mismos errores-, inflaron la burbuja concentrando su riesgo en el crédito a promotores y constructores, y por supuesto hipotecas, cegadas por la liquidez que el euro aportó hasta llegar al máximo en el año 2007.
Dos decisiones nefastas, primacía a la construcción y crecimiento desenfrenado del crédito, que si no se hubieran adoptado o si se hubieran gestionado de una manera muy distinta habrían garantizado un futuro, o sea el presente de hoy, muy distinto al que estamos padeciendo.
¿De quién es la culpa? Evidentemente de todos. Del Banco de España, pero también Banco Central Europeo e instituciones comunitarias, de PP y PSOE, pero también de CiU y PNV, de agentes sociales, pero sobre todo de la patronal, de los inteligentísimos institutos de estudios, análisis y estudios de posgrado que nada vieron venir, y por supuesto del sistema financiero y, en especial, de las cajas.
Claro que sin la ley del suelo que el gobierno del PP aprobó en 1998, sin el desastre madrileño-valenciano de Bankia que ha supuesto más de la mitad del rescate financiero y es 100% PP –sin esa quiebra es muy probable que no hubiera habido tal rescate-, y sin unos gobiernos incapaces de prever la explosión descontrolada sobre el crédito que la entrada en vigor del euro iba a provocar el 1 de enero de 1999 –las monedas y billetes lo hicieron el 1 de enero de 2002-, sin todo esto, la realidad hoy sería muy distinta.
Por eso sorprende lo de 1996-2004, porque sin restar culpa a lo que puedo pasar entre 1993 y 1996 y entre 2004 y 2008, con la economía descontrolada y en ruta de colisión –cierto es que el primer gobierno de José Luis Rodríguez cuando menos no pudo cambiar ese rumbo suicida-, llama la atención que se siga apelando a esa praxis gloriosa como referencia subliminal para desviar la atención sobre el actual desastre permanente.
Aquellos gobiernos de 1996 a 2004 fueron no sólo los de Mariano Rajoy sino también los de Luis de Guindos y Cristobal Montoro, y por supuesto los de Rodrigo Rato, que luego todos sabemos lo que hizo en Bankia cuando abandonó el FMI porque no le gustaba el cargo. Todos negaron mil veces la existencia de la burbuja. Eran los años de la locura. Por ejemplo, sólo pondré uno, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, anunciaba que Barajas cerraría 25 años después de la inauguración de la T-4 y de las nuevas pistas para mudarse a no sé donde y así poder construir sobre el viejo y amortizado aeródromo madrileño una ciudad verde. Y a todo el mundo le parecía estupendo: los proyectos de todo tipo asombraban al mundo.
En el año 2000 el presidente Aznar contribuyó al lanzamiento de la ambiciosa Estrategia de Lisboa que debía hacer de Europa la economía más avanzada en I+D+i y conocimiento en 2010, aunque sin embargo España, entre 2000 y 2004, vio como el porcentaje sobre PIB dedicado a esos fines caía.
En 2011, siete años y medio después, Mariano Rajoy adoptó una inquietante decisión en su primer Consejo de Ministros como presidente que demostraba esa pasión por esos ocho años perdidos de 1996 a 2004: la recuperación de la desgravación en el IRPF por compra de vivienda, otro de los combustibles de la burbuja. Por suerte, o por desgracia porque la rectificación fue impuesta desde fuera, la UE obligó al nuevo Gobierno a eliminarla muy pocos meses después, recuerden el rescate bancario, el famoso MOU…
España perdió un ciclo completo. El milagro económico tuvo mucho de burbuja, la gestión económica y financiera fue simplemente negligente, creamos renta y empleos que eran insostenibles casi como los que se crearon con la tecnología del carbón y el vapor cuando se generalizaron las tecnologías del motor de explosión y la electricidad.
Hubo mucho de todo esto, además de mil cosas más de otro orden –pelotazos, abusos, latrocinios, corrupción, sueldos millonarios- y fue culpa de todos, un grave error colectivo, sí, aunque también fue más culpa de unos que de otros.

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